martes, 9 de octubre de 2012

El viaje


Acunados en el nicho más amargo de la húmeda y sofocante amazonia, la respiración se encontraba a menudo muy agitada la frente perlada y el característico dorado de aquellos cueros me estremecieron e hicieron temblar todo mi universo, muy pequeño de hecho hasta ese entonces.
Mi padre es médico y esta de campaña, como siempre, pero esta vez decidió deleitarse con mi compañía pues sus deseos son obvios, que su nombre trascienda y traspasarme sus últimas investigaciones a mi pues es un hombre desconfiado, parco que rara vez me dirige la palabra para un tema ajeno a la salud e innovaciones farmacéuticas.
27 de Agosto.
Tres días en este infierno que reverdece eternamente como los ciclos mas eternos, como el castigo a tanta belleza, tuve que dejar mis vestidos en la maleta y limitarme a andar en enaguas, la choza, porque no puede recibir otro nombre es de totora, lo que hace que siempre este húmedo, no haya aire y que se llene de bicharracos. La sirvienta contratada por mi padre dice no entender lo que digo, pero sé que me ignora pues me teme, como todos en esta pequeña aldea, paso los días escribiendo y enjuagando mi cuerpo, este clima es insoportable me encuentro constantemente abochornada.
02 de septiembre.
No he tenido ni un segundo para escribir, ahora lo hago pues mi padre tubo que viajar de urgencia al pueblo junto con Domingo, el capataz conocido de él, que ayer fue alcanzado por alguna especie rara de “insecto”, lo pongo entre comillas porque los insectos en estas zonas superan el tamaño de las palomas de la gran ciudad, y bueno continuando con mi motivo principal; estas noches algo extraño sucede en mi choza, me siento afiebrada y delirante, no puedo dormir, me levanto constantemente a rehumedecer mis labios y saciar de tan incesante fatiga mi estomago…
Bueno quizás debí redactar todo esto en pasado, error mío.
30 de septiembre.
Ayer por la tarde mi padre decidió enviarme de regreso, aun me encuentro extraña, y hoy mientras tomaba una ducha descubrí un pequeño bulto detrás de mi oreja izquierda, creo que por la mañana llamare a Esteban el ayudante de mi padre, para que me examine, el cambio al llegar acá fue abrupto, le pedí a la empleada que pusiera un brasero en mi habitación pues no soporto el frío, es finales de septiembre y el sol se presenta pero no invade la fiesta.
01 de octubre de 2012.
Hoy no desperté, hoy entendí…
Estos días han sido confusos, recuerdo pocas cosas, hoy recordé.
Estos días me ha escaseado el tiempo, hoy es eterno.
Estos días no he sido yo, hoy lo soy.
Pase los últimos 16 años de mi vida temblando, estaba muerta en vida, había perdido casi por completo la sensibilidad, solo sentía mi cuerpo escarchado, congelado, mi cabeza bombeaba constantemente y me castigaba cual hacha devorando la podrida leña.
Cuando él se entero de la única posible cura a mis terribles penas, no vaciló y tampoco me lo comentó, simplemente me llevó a la selva. Por las noche él y la mucama aplicaban en mi el secreto, en nuestro país esto no era legal pero en la amazonia la tierra dicta las reglas, para que funcionara era necesario el clima tropical, la escases de viento, el exceso de humedad y encontrarnos sobre los 30° mientras “el tratamiento durara”.
Él y la mucama inyectaban en mi gangleo superior izquierdo pequeñas dosis del veneno de aquel insecto repudiado por mí, mismo insecto que días más tarde asesino al capataz de mi padre y según la leyenda volvería para vengarse, así es, esa extraña especie razonaba incluso mejor que nosotros, para que él cediera el antídoto a mi cuerpo mi padre debía drogarlo completamente, esa amorfidad de tamaño impresionante color rojo intenso que los indios de esos lugares llamaban insecto, ¿insecto? Eso era digno de llamarse mascota.
Bueno no quiero perder la idea mi tiempo escasea y mi hoy flaquea, él único pero era que si el animal moría con el me llevaría y el propio tratamiento me asesinaría.
Hoy no desperté, ni mañana, ni pasado…

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