lunes, 23 de abril de 2012

A 2 manos



De todo a nada, como ropa gastada,
Tirada y mangoneada
Me apiado de su gesto, y su penumbre olor a ser.

En un destello de ínfimos colores se refugia, aquel azul que ella busca,
Se tropieza, golpea y cae, ¿importa?
Que sea un rostro ajeno,
De la mano de otra lagrima, esa que nace en un pecho acongojado y cerrado,
Verla no solo en un espejo.

Más que un reflejo, que mi sombra
Bajo huellas mojadas, arpadas.
El rayo desde la misma mano de lo alto, para la herida eterna,
Siempre viva, punzante, delirante.

B. floresd

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